Uno
de los grandes problemas de los bogotanos es la movilidad. Campaña tras campaña
se ha prometido la construcción del Metro de la ciudad: Lo prometió Pastrana,
también Samuel Moreno y lo propio hizo Gustavo Petro. Político bogotano que se respete,
habla y promete Metro, es una moda. Quien hable contra el Metro pierde votos,
se le tilda de atávico y, por qué no, falto de visión.
Se
estima que la primera línea de Metro para Bogotá tendrá un costo, para nosotros
los contribuyentes, de 15 billones de pesos; su construcción no será superior a
6 años y será subterráneo. ¡Una machera! Bienvenidos al siglo XXI. Sin embargo,
y dado el talante de seriedad de la familia Indoamericana, vale la pena reflexionar
sobre algunos aspectos. El primero tiene que ver con la experiencia del Metro
de Medellín, cuya construcción duró más de 15 años, costó dos veces su valor
inicial y la ciudad pignoró sus rentas de gasolina y tabaco por 85 años. No fue
un Metro subterráneo, sino elevado, que es más económico en su construcción;
también tengamos presente que el Metro de Medellín es cinco veces menor al que
se pretende construir en Bogotá.
Un
segundo aspecto es la ley de transporte masivo, cuyo objeto es la financiación
del 70% por parte de la nación a todo proyecto de transporte masivo en las
ciudades de Colombia. Hoy, ese fondo no cuenta con más de 4 billones de pesos
para todas las urbes de la nación y, para nadie es un secreto, que el actual
gobierno tiene un déficit de 12 billones de pesos, causados por la caída del
precio del petróleo; como tampoco hay con qué pagar a los maestros de escuela pública,
ni con qué subsidiar a los campesinos y la industria cuando entren a fondo los
tratados de libre comercio. Entonces, ¿de dónde va a financiar la nación el
Metro de Bogotá?. Por último, quisiera dejar unas cuentas para la reflexión:
TransMilenio fue concebido para tener ocho fases, se supone que para el año
2010 ya debían estar terminadas seis, estamos en el año 2015 y sólo llevamos
tres fases. Con todo y la negligencia de estos tres últimos gobiernos distritales
en el avance de TransMilenio, el sistema transporta más de 2.5 millones de
pasajeros al día, la primera línea del Metro no transportaría más de 400.000
pasajeros por día. La troncal de la Av. 68 y de la Av. Boyacá valen 1.4
billones de pesos y pueden movilizar 1.3 millones de pasajeros al día. Los
Metrocables de Ciudad Bolívar, Usme, San Cristóbal y Santa Fe cuestan 800.000 millones
de pesos y movilizarían 1 millón de personas al día. La Avenida Longitudinal de
Occidente (ALO) comunicaría el sur y occidente de Bogotá, descongestionaría
principalmente la carga pesada que ingresa a la ciudad y tendría un costo de
1.2 billones. El tren de cercanías movería 128 millones de pasajeros por año, facilitaría
la movilidad en el norte y occidente de la ciudad y tendría un costo de 2
billones de pesos.
Si
con mucho menos de la mitad de lo que cuesta la primera línea del Metro, se
construye todo lo anterior, podemos preguntarnos: ¿Queremos Metro o queremos
solucionar el problema de movilidad de los bogotanos? La moda y lo popular no
van con todo el mundo… ni con todas las ciudades.
Justo Hernando
Murcia Pulido
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